En Chile hay 45.000 km2 de turberas, que son ecosistemas claves para el cambio climático ya que retienen gases de efecto invernadero, como el metano, además de ser purificadores de agua. Las y los científicos del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) explican los riesgos para su conservación.
En diciembre de 2022 una noticia impactó a la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, Puerto Toro, localidad lejana de Isla Navarino, se quedó sin agua potable. De inmediato las autoridades actuaron y camiones aljibes llegaron desde Punta Arenas para abastecer la zona. La problemática se produjo por una severa sequía que se extendió durante meses en el extremo sur del país. ¿La razón? El agua que alimenta a esta pequeña localidad, de no más de 40 personas, proviene de una turbera que ese diciembre se secó.
Turberas e impacto en el ciclo de agua
Las turberas son tipos de humedales que se componen principalmente de musgos Sphagnum – o llamado coloquialmente como pompón- que tienen una alta capacidad de absorción y filtración de agua; y de turba, que es pompón muerto que retiene carbono y metano, gases que contribuyen al calentamiento global.
Tal como describe el investigador del CHIC, Roy Mackenzie, las turberas son “ecosistemas antiguos (miles de años) y frágiles, vitales no solo para la captación de carbono, sino que también para la calidad del agua presente en los ecosistemas. Es vital conservar el spaghnum o pompón ya que este al crecer, permite que la turbera vaya teniendo cada vez más capacidad de absorber agua”.
Si bien se desconoce la cantidad total exacta de turberas presentes en Chile, se estima que en el país estos ecosistemas representan aproximadamente 45000 km2, y solo en Magallanes, existen más de 30.000 km2 (66% del total). Tal como describe el investigador, en Magallanes es posible encontrar más extensiones de turberas que en el resto del país porque el retroceso de los glaciares es más reciente en esta zona, a diferencia de otras regiones, donde antiguas turberas ya han sido reemplazados por antiguos bosques nativos, como en la región de los Ríos, por ejemplo.
Turberas presentes en Isla Navarino, Región de Magallanes y la Antártica Chilena.
El interior de las turberas y su impacto en el cambio climático
Mantener el equilibrio en las turberas no solo es importante para la calidad del agua de los ecosistemas gracias al pompón, sino que, también, para frenar la emanación de metano y carbono -gases de efecto invernadero- que se encuentra en la turba, que es el musgo muerto que está debajo del pompón. Los especialistas del CHIC advierten que si este ecosistema sufre cambios en su estructura, debido a actividades, como la extracción del pompón, las posibles consecuencias son que los gases de efecto invernadero retenidos bajo el pompón quedarían expuestos a la atmósfera y por lo tanto, aumentaría el calentamiento global.
Para Mackenzie “si se remueve esa capa de pompón se emite más metano, lo que es un gran problema. Actualmente, en los lugares donde ya se extrae pompón este gas no está siendo medido, no está siendo considerado y entonces estamos subestimando el aporte de gases de efecto invernadero que hacemos hacia la atmósfera”.
Tal como detalla el investigador principal del CHIC, Frederic Thalasso, “las estimaciones sugieren que hay actualmente 4 gigatoneladas (4 mil millones de toneladas) de carbono almacenado en las turberas de Chile, lo cual es al menos el doble del carbono acumulado en todos los bosques del país. Es por lo tanto un tema de vital importancia asegurarse que este carbono acumulado se mantenga y que por lo tanto se protejan las turberas de posibles efectos provocados por los humanos”.
Adicionalmente, las turberas de Chile capturan 20 megatoneladas (20 millones de toneladas) de CO2 anualmente, lo que significa aproximadamente 18% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de Chile. Por lo que su protección no solo es un tema que se vincula sólo a una localidad de la región de Magallanes y la Antártica Chilena, sino que es de importancia a todo el país.
Riesgos para las turberas
Es por esto que Mackenzie es enfático e insiste en la regulación y fiscalización de la extracción del pompón: “Viendo otros conflictos socioambientales podemos observar que siempre faltan fiscalizadores y recursos para poder comprar herramientas de medición que permitan conocer los efectos concretos.
La conservación de estos ecosistemas está en riesgo ya sea por la falta de cuidado y la no fiscalización de la extracción del musgo sphagnum, más conocido como pompón. pero también porque “en algunas turberas hemos encontrado huellas y marcas cuatrimotos, y nadie dice nada, nadie les ha enseñado”, explica la investigadora del CHIC- Brenda Riquelme, que también investiga al respecto en la Isla Navarino.
En esta dirección, la investigadora agrega que es clave avanzar en una educación que permita entender la importancia de estos ecosistemas, “si yo no reconozco algo, si no soy capaz de apreciarlo entonces no conozco las razones para cuidarlo. Considero que conocer la presencia e importancia de las turberas es el primer gran desafío que tenemos, y si bien actualmente a nivel territorial se educa en los colegios, no podemos olvidar a quienes no tuvieron esa oportunidad de entenderlo a una edad temprana”.