Declarada en 2005, la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos es considerada internacionalmente como una zona clave por la riqueza de su biodiversidad terrestre y marina- con ecosistemas únicos en el mundo-, y para su resguardo y conservación es importante contar con información a largo plazo ¿De qué se trata el estudio a largo plazo y ¿Qué beneficios trae su desarrollo?
El monitoreo a largo plazo permite hacer seguimiento de los diversos procesos que se viven en los ecosistemas a lo largo de los años. Tal como explicó la directora del Centro Subantártico Cabo de Hornos e investigadora principal CHIC, Francisca Massardo, en el séptimo episodio del programa radial, Experiencia: Áreas Protegidas del Fin del Mundo al 2023, contar con estos estudios permite analizar “si hay cambios en los equilibrios, qué pasa con las migraciones de especies, si se observa lo mismo o no en los diversos puntos o lugares de monitoreo, o a lo largo de las diversas estaciones del año. De esta manera, a través de estos datos, disponemos de información relevante sobre los diversos procesos que suceden a lo largo de los años”, indicó Massardo, quien desde hace 25 años investiga en Cabo de Hornos.
“Antes de que declarara la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos en 2005, la zona que está desde el Beagle hacia el sur no se consideraba relevante para ser estudiada porque tiene pocas especies de árboles, sin embargo, gracias a las investigaciones detectamos que sí existe riqueza en otras especies de plantas (como los musgos) y de líquenes (que son una mezcla entre algas y hongos), lo que nos permitió que en 2005 esta zona fuera la primera declarada como Reserva de la Biósfera por este tipo de especies”, agregó la académica de la Universidad de Magallanes.
En este capítulo, también participó la investigadora principal CHIC y Universidad de Magallanes, Tamara Contador, quien explicó que los ecosistemas presentes en la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos son considerados como laboratorios naturales, ya que permite entender los impactos del cambio global que vive el planeta producidos por la acción humana, como el cambio climático o la introducción de especies exóticas.
“Si bien existe un conocimiento local respecto a los impactos del cambio climático en esta zona, había un vacío respecto a la investigación científica, que es necesaria para apoyar en la protección y conservación de esta área, como la elaboración de planes de manejo, con una mirada local, que aporte también a la región y al país. Con esta información entendemos el pasado y podemos proyectarnos hacia el futuro”, agregó la también investigadora del Instituto Milenio Base.
Mientras que el encargado de la Red Chilena de Investigación Socio-Ecológica a Largo Plazo (LTSER, por su sigla en inglés) en Cabo de Hornos, Matías Troncoso, destacó cómo esta red entrega un registro continuo y de alta calidad de variables sociales, biológicas y físicas relevantes en diversas zonas del país. “El objetivo de esta red es dotar de información sobre lluvias, vientos, humedad, temperatura y otras variables a las investigaciones que se hacen a largo plazo”, explicó el también profesional del CHIC.
En la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos esta red cuenta con cuatro puntos de monitoreo: Parque Etnobotánico Omora en Isla Navarino, Caleta Dos de Mayo en el Parque Nacional Yendegaia, en el Parque Nacional Cabo de Hornos y en las Islas Diego Ramírez.
El programa Experiencia: Áreas Protegidas del Fin del Mundo al 2023 se realizó en colaboración entre la Estrategia de Comunidades Portal y Radio Navarino, y con el apoyo del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y otras instituciones. A través de ocho episodios se dio a conocer la importancia de las áreas protegidas con la comunidad en áreas claves como la educación biocultural, el turismo responsable, arte o la participación ciudadana. Temáticas que fueron abordadas en entrevistas de actores del ámbito público y privado. Te invitamos a escuchar este capítulo completo en: 🔗 Spotify y 🔗 Youtube