Potenciar el estudio de marea roja, entender fenómenos sobre la migración de enfermedades y el aporte de las algas en industrias como la cosmética y la farmaceútica son algunas de las áreas de colaboración que plantearon los siete investigadores brasileños que llegaron hasta Puerto Williams para realizar alianzas de colaboración con el Centro Internacional Cabo de Hornos.
Brasil es un país reconocido por su vasto terreno, con más de 215 millones de habitantes y que alberga mayoritariamente a la Amazonía, uno de los ecosistemas reconocidos a nivel mundial por la riqueza de su flora y fauna y los servicios que estos entregan. Mientras que Chile, país largo y angosto, es conocido por la variedad de ecosistemas y climas a lo largo de los 4.270 kilómetros que unen la franja desde el norte hasta el fin de la patagonia. Es en esta última zona, en específico en Cabo de Hornos, donde la riqueza de su biodiversidad y su pristinidad es llamativa para miles de turistas y científicos.
Esto no estuvo ausente de la mirada de investigadores e investigadoras de una comitiva de distintas instituciones de educación superior de Brasil c quienes participaron en el Workshop internacional de la red Binacional Chile/Brasil para el estudio de Ecosistemas Marinos Subantárticos, a cargo del investigador principal del CHIC, Andrés Mansilla, quien junto a su equipo logró movilizar al grupo de científicos brasileños por distintas zonas de la Región de Magallanes, como Punta Arenas e Isla Navarino.
Si bien 3.000 kilómetros nos separan con Brasil, la fauna marina y animales no entienden de fronteras. ¿Será que compartimos las mismas especies de algas y microalgas marinas? Estas son algunas de las preguntas que se quieren responder con las colaboraciones. Tal como explica la investigadora Mariana Cabral de Oliveira de la Universidad de São Paulo, y miembro de la comitiva: “La conexión es más visible de lo que pensamos debido a los efectos del cambio climático en el océano, con el aumento de sus temperaturas y del ph de las aguas”.
“Se ha visto que las algas migran cada vez más hacia los polos y para nosotros como investigadores sería muy interesante ver si algas presentes en Brasil y en Chile, como las pardas, son de la misma especie y ver si están migrando, y si es así, conocer cómo se están adaptando. O bien, estudiar si tienen características y estructuras similares. Esto nos ayudaría a entender el metabolismo de las bacterias presentes en ellas, conocer sus efectos nocivos o beneficiosos”, explicó la investigadora brasileña.
Un interés compartido con el investigador principal del CHIC, Andrés Mansilla, quien añadió, también, que “existen varios puntos en común con Brasil, específicamente la Amazonía, con el Cabo de Hornos y Puerto Williams. “Uno de ellos, es que hablamos de ecosistemas prístinos, con un interesante equilibrio entre conservación de ecosistemas marinos y terrestres. También encontramos especies similares de macroalgas en los mares que bañan tanto las costas de Brasil como las del Cabo de Hornos, por lo que potenciar alianzas de colaboración en cuanto a intercambio de estudiantes y generación de capacidades es relevante para ambos países”.
Las entidades brasileñas presentes son la Universidad de São Paulo, Universidad Federal de Santa Catarina, Universidad Federal de Paraná y la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de São Paulo -FAPESP. También el velero de Expediciones Científicas Oceanográficas brasileño, Veleiro Eco.
Praderas de Ulva y bosques de kelp en Bahia Yendegaia.
Potenciar el desarrollo de las diversas industrias
A pesar de que la Región de Magallanes cuenta con extensas costas, el país tropical cuenta con laboratorios e innovación más sofisticados en cuanto al estudio de algas, área poco explorada en Chile y que con esta alianza se podría fortalecer. El investigador de la Universidad Federal de Paraná, Luiz Mafra, destacó que el intercambio de estudiantes e investigadores, y el conocimiento de nuevas tecnologías presentes en los laboratorios brasileños puede ser de gran contribución para el estudio de la marea roja, la que afecta no solo a la biodiversidad marina, sino que también trae repercusiones a las economías locales, especialmente a la pesca artesanal.
Las algas son organismos centrales para una economía circular, ya que permiten la sustitución del petróleo en industrias, como la química, farmacéutica y biorrefinería tal como desarrolló el investigador de la Universidad de São Paulo, Pío Colepicolo, durante las exposiciones realizadas en el workshop en Puerto Williams. El académico explicó cómo en el Instituto de Química de la universidad brasileña trabajaron junto a la empresa Natura, “quienes utilizaron nuestros estudios para elaborar las bases de los compuestos que utilizan en sus productos, que están compuestos en un alto porcentaje por algas”.
Utilización que también ha sido estudiada por Mariana Cabral, quien agregó que “existe mucho potencial biotecnológico, porque usamos algas para muchas cosas, por ejemplo, en la extracción de gelatinas que comemos, además de varios compuestos para medicamentos, y muchas de estas bacterias que se podrían extraer de las algas, producción de biocombustibles, por ej. Llama a otro frente de estudio que es más utilitario, pero que también puede ser más ventajoso”.
Pero el beneficio de las algas no solo se debe a la riqueza de sus compuestos, sino también porque los bosques de algas han sido reconocidos como grandes sumideros de carbono, es decir, absorben carbono de la atmósfera y contribuyen a reducir la cantidad de CO₂, que junto a otros gases de efecto invernadero provocan el calentamiento global. Esto, para el investigador de la Universidad Federal de Santa Catarina, Paulo Horta, es clave. “Las algas no sólo están conectadas a la salud de los ecosistemas marinos y terrestres, sino que también a la salud humana”.
En esta dirección, el investigador principal del CHIC, Ricardo Rozzi, explica que Isla Navarino es el punto cúlmine de diversas especies de aves que, desde la Amazonía vuelan miles de kilómetros para nidificar, como es el caso del Fío-Fío. “El estudio de las aves nos ha indicado que estas son vectores de transmisión de enfermedades, como la malaria aviar por ejemplo. Entonces, si vemos con atención podemos entender que dos zonas geográficas, ecosistemas, que están tan alejados entre sí, están interconectadas por distintas especies migratorias”, agregó Rozzi.
El Centro Internacional Cabo de Hornos, CHIC, es un centro financiado por la ANID que tiene como objetivo estudiar la sustentabilidad social, económica y ambiental. “Creo que hay muchos temas que compartir, abordar y estudiar aquí. Es un centro muy interesante que ofrece una buena estructura para que los investigadores vengan aquí y trabajen. Entonces veo de manera muy positiva esta asociación entre Brasil y Chile, que ya existe desde hace muchos años entre investigadores, pero que sería bueno institucionalizar para prolongar en el tiempo”, puntualizó Edmilson Días, directivo científico de FAPESP, fundación que recibe el 1% de los impuestos pagados en São Paulo y que apoya iniciativas de investigación desarrolladas tanto dentro como fuera de Brasil, y quien luego de ver las instalaciones instó a que instituciones chilenas como la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) realicen alianzas colaborativas con fundaciones como las que él representa para potenciar las relaciones científicas entre ambos países.