Se trata de un “vehículo de superficie no tripulado (USV, por sus siglas en inglés)” que tiene como objetivo cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero en ecosistemas acuáticos remotos y de difícil acceso en la zona. El aparato fue desarrollado por el equipo de investigadores e investigadoras del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav – México).
La Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, ubicada en la zona conocida como el “fin del mundo”, se encuentra en el punto más austral de las américas. Con una superficie de 49,000 km2, es un territorio prístino de mucha importancia ecológica, que no tiene ningún equivalente en otros continentes. Esta zona se destaca por su baja presencia humana, así como por ecosistemas marinos y terrestres únicos. Al contrario de las latitudes boreales de Alaska, Canadá y Siberia, que se han estudiado extensivamente, poco se sabe todavía de los territorios australes subantárticos. Es en este marco que las y los investigadores del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados estudian los ecosistemas de la región, en el contexto del cambio climático.
Para lograr levantar datos en la zona prístina, el equipo de investigadores se vio en la obligación de ”ingeniárselas” e inventar un dispositivo móvil que permitiera llegar a aquellos lugares imposibles de alcanzar ya sea en embarcaciones, autos o incluso a pie por el ser humano.
Uno de los objetivos de los investigadores e investigadoras es determinar las emisiones de gases de efecto invernadero de los diferentes ecosistemas de la región, en especial de los ecosistemas acuáticos que emiten metano, un potente gas de efecto invernadero. “Usualmente, la medición de las emisiones de gases en lagos se realiza desde una embarcación, que lleva a 2 o 3 investigadores y equipos pesados”, explica Frederic Thalasso, investigador del CHIC. “Esta logística dificulta el acceso a lagos y cuerpos de agua distantes de las rutas accesibles, lo cual excluye a aquellos ubicados en áreas remotas o que sean poco profundos y de tamaño reducido, donde una lancha estándar no puede maniobrar adecuadamente”, agregó.
Es por esto que las y los investigadores desarrollaron un “vehículo de superficie no tripulado (USV)”, en colaboración con el Cinvestav de México y el Laboratorio Nacional Mexicano de Vehículos Autónomos. Este vehículo permite cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero en ecosistemas acuáticos, como lagos, lagunas, pantanos y marismas. Este USV tiene 80 cm de largo, un peso de aproximadamente 15 kg y tiene un calado de solamente 12 cm, que facilita su transporte y operación en ambientes remotos o someros. “Nuestro primer prototipo permite operar por 6 horas, y usa una propulsión eléctrica con hélices aéreas, para minimizar el impacto del vehículo sobre el cuerpo de agua. Es como si nos deslizáramos sobre un espejo de agua”, comentó Frederic Thalasso.
Con este USV, los investigadores del Chic y Cinvestav esperan poder pronto medir las emisiones de gas de efecto invernadero en los lagos más remotos de la reserva de la biosfera Cabo de Hornos, que no han sido nunca estudiados. Los primeros resultados arrojan cifras positivas pues “el sistema funciona a la perfección, pero debemos todavía mejorar la sensibilidad de los métodos, para poder caracterizar con precisión los ecosistemas de la región subantártica, que son de los más prístinos del mundo, y que por ende emiten muy poco gas de efecto invernadero. Pero es solo cuestión de un poco más de esfuerzos y pronto alcanzaremos nuestro objetivo”, concluyó el Dr. Thalasso.
Participantes al proyecto: Frederic Thalasso (Responsable del proyecto, Chic y Cinvestav), Eduardo Espinoza Quesada (Cinvestav), Francisco Silva Olmedo, Rodrigo González Valencia, Omar Solorza Feria, Andrés Rodríguez Castellanos, Omar García Alcántara, Ana Isabel López Aguado